Entre el Parque Nacional Caazapá y la Reserva San Rafael, se encuentra Tava’i, que en guaraní significa “pueblito”. En la zona, conviven varias comunidades que, con los años, observan el cambio lento pero continuo en la tierra, en los bosques y en el agua.
“Tuicha la diferencia. Yma oî akue yvu porâ, arroyito, ha ko’aga hypa. Rojo’oka jeyta peteî pozo pyahu, porque la oiva ko’ape hypa ha pea la ore sustento”.
“Hay una diferencia muy grande. Antes había una naciente, un arroyito limpio y ahora se secó. Vamos a mandar cavar un nuevo pozo, porque el que está acá se secó y es nuestro sustento”, dice en guaraní Samuel Vera, acompañado de Doña Máxima, residentes de la zona de Tava’i, desde hace más de 30 años, en donde cultivan algodón, maíz, un poco de yerba y mandioca para consumo propio y para la venta.
Hoy, los pobladores/productores son conscientes del impacto de las acciones en el ambiente. La visión cambia a medida que los efectos del cambio climático se hacen tangibles: las nacientes se secan, los ríos pierden caudal y el clima extremo se siente en la piel, con 40 grados en la sombra.
Las razones son varias, y una de ellas está relacionada con la disminución de los bosques protectores del agua, que son aquellos que acompañan lateralmente a los ríos y arroyos y los protegen. Los bosques actúan como barreras, disminuyendo la velocidad del agua que baja para prevenir la erosión del suelo y la sedimentación de los cauces hídricos. También, el bosque sirve como una “motobomba”, que succiona el agua subterránea a través de las raíces y mantiene viva a las nacientes. Además, son corredores biológicos que conectan áreas naturales y mantienen la composición, estructura y función de los ecosistemas y del paisaje que unen. La recuperación y protección de los bosques protectores de cauces hídricos (BPCH) es en sí, una efectiva estrategia de conservación.
Asegurar la calidad y cantidad del agua para la gente y la biodiversidad, restaurar los corredores de biodiversidad entre el Parque Caazapá y la Reserva San Rafael, evitar la erosión de suelos y asegurar la conservación de las especies del sitio, son algunos de los objetivos que se impulsan desde el Proyecto Paisaje de Producción Verde, liderado por el MADES e implementado por el PNUD, que inició el trabajo en el departamento de Caazapá en el año 2018. El objetivo en esta área es restaurar los bosques protectores de cauces hídricos de un tramo de la sub-cuenca del arroyo Morotĩ, en la zona de Toranzo II. El proyecto se enfocó en trabajar con propiedades dentro de la cuenca del Tebicuary y que pertenezcan a comunidades de pequeños productores, que fue en donde se identificó la mayor cantidad de déficit de bosques.
Comunidades involucradas Para realizar las restauraciones, se mantuvieron reuniones con propietarios de la comunidad y se llevaron a cabo visitas a cada finca, en base a oportunidades detectadas a partir de un diagnóstico realizado en la zona por el MADES, a través del proyecto y en conjunto con la Municipalidad de Tava’i, que brinda acompañamiento y soporte en las actividades.
“Creo que con el proyecto voy a recuperar la naciente, pea la che objetivo (ese es mi objetivo). Para el consumo de las vacas y los animales”; dice Arnulfo Benítez, productor de ganado menor de Toranzo II.
La modalidad de trabajo seleccionada es el confinamiento del área a restaurar para dar lugar a la regeneración natural, combinada con la plantación de algunas especies forestales nativas y de yerba mate. Son 11 fincas en las cuales se restaurarán aproximadamente 8 hectáreas, las que recibieron en octubre del 2020, 15.000 metros de alambre para el confinamiento de los sitios que se dejarán para la regeneración natural y 2.093 plantines de yerba mate, que se estarán incorporando bajo monte para manejo racional, cuando la sequía de un respiro a las fincas y llegue la lluvia.
Además, el Instituto Forestal Nacional (INFONA) entregó 1.780 plantines de especies nativas forestales para ayudar al proceso de regeneración en el sitio, quienes ofrecerán la asistencia a los beneficiarios para la plantación y cuidados de especies nativas, y junto con una técnica local estarán apoyando en la plantación de yerba mate.
El valor del bosque Sumando al sueño de conectar las áreas a través de los bosques protectores de cauces hídricos, en el año 2018, el proyecto estableció un acuerdo con la Asociación Pro Cordillera San Rafael (PROCOSARA) para trabajar con 90 familias de 8 comunidades en la zona de influencia directa de la Reserva San Rafael en el establecimiento de fincas piloto con sistemas agroforestales.
En alianza con PROCOSARA, técnicos del INFONA realizaron capacitaciones para conocer los motivos del clima extremo y encontrar la forma de paliar los efectos que tiene en las fincas, promoviendo el uso de sistemas agroforestales como alternativa de producción. Estos sistemas permiten un manejo más sencillo para las comunidades, además de aportar una alternativa de ingreso económico frente al uso del bosque.
“Entrar al bosque es como ir al super, de ahí sale todo lo que necesitan. Animales o árboles si tienen necesidades. Lo que pasa ahora es que ellos ya están viviendo el ejemplo de lo que le estamos diciendo en las charlas. Ellos ya tienen falta de agua, falta de sombra, temperaturas extremas, entonces es mucho más fácil decirles que es momento de parar y mirar qué es lo que estamos haciendo mal y corregirlo. Ellos ya saben, ya sienten”. Celia Garayo, Gerente Operativa de PROCOSARA.
En octubre del 2020, las comunidades recibieron plantines de especies nativas para ofrecer sombra a los cultivos para autoconsumo y venta que se planten entre los árboles, además de proteger los cauces hídricos. También se entregaron plantines de eucalipto para producción de biomasa propia y de yerba mate como alternativa de producción para la venta, atendiendo al cumplimiento de los objetivos de desarrollo sostenible 12, de producción y consumo responsable y 15, vida de ecosistemas terrestres.
Todas las plantas entregadas por el INFONA se prepararon en el vivero de San Juan Nepomuceno, al cual el proyecto hizo importantes refacciones y donaciones. “Estoy feliz porque al fin voy a tener sombra en mi campo que está todo pelado”. Bernarda Coronil de la comunidad Ñu Mi, de Tava’i.
Con estas actividades, se busca aportar un modelo de desarrollo sostenible replicable en la zona, que motive a los pobladores locales a la protección y recomposición de bosques protectores y nacientes que aseguren la cantidad y calidad del agua para las personas y la biodiversidad, a la vez de ofrecer mediante la yerba mate ingresos adicionales a los beneficiarios.
Estas actividades se dieron en el marco del proyecto Paisajes de Producción Verde, liderado por el Ministerio del Ambiente y Desarrollo Sostenible (MADES), implementado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM). Tiene como objetivo proteger la biodiversidad y las funciones del Bosque Atlántico del Alto Paraná (BAAPA) en consonancia con los ODS 12 y 15. Es cofinanciado por el Ministerio de Agricultura y Ganadería (MAG), el Instituto Forestal Nacional (INFONA), la Mesa de Finanzas Sostenibles (MFS), ADM Paraguay SRL, Louis Dreyfus Company (LDC) y Cargill.